domingo, 6 de mayo de 2007

EL CINE MEXICANO Y SU BATALLA POR LA SOBREVIVENCIA




El cine mexicano
Y su batalla por la sobrevivencia

Se debate entre el arte y el fenómeno comercial. Ahora le apuesta a otros públicos y otras temáticas, pero son tan pocas las alternativas, que muchos directores han tenido que emigrar. “Vivimos la era de los ‘óperos primos': Arturo Ripstein
ALEJANDRO CÁRDENAS OCHOA
El cine mexicano de hoy lucha por su sobrevivencia en la cartelera y por un trato más justo y competitivo ante la embestida hollywoodense, que domina más de 95% de las pantallas del país.
El cine mexicano de hoy también es el de los jóvenes, que pese a la adversidad y las tantas trabas burocráticas logran filmar su primera película. El problema viene después, porque son contados los realizadores que pueden seguir filmando y afinando el oficio. Como dice el director Arturo Ripstein estamos viviendo la era de “los óperos primos”.
Valdría la pena preguntar qué pasó con Fernando Eimbcke, quien en el 2004 sorprendió a todos con su film Temporada de patos, cinta con la que obtuvo reconocimientos internacionales, entre ellos el otorgado por la revista Variety, que lo calificó como uno de los 10 directores jóvenes en el mundo que había que seguir. Pero él no ha vuelto a filmar, aunque trae en cartera Lake Tahoe, que espera realizar este año, si logra el financiamiento.
Las opciones son pocas para los cineastas y ante la falta de oportunidades para contar sus historias en el cine aquí, pueden emigrar a otro país o se dedican a la publicidad o, en el peor de los casos, se refugian en la televisión. El cine mexicano de hoy no tiene cabida para todos los directores que egresan de las escuelas como el Centro de Capitación Cinematográfica y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM, de las cuales se gradúan anualmente más de 20 alumnos.
Hay que recordar lo que dijo Alfonso Cuarón cuando presentó en México su película Niños del hombre, al preguntarle cuándo volvería a filmar en su país: “Pregúntele a las autoridades, me sale más barato filmar en otro lado que aquí”, aunque ya prepara, como productor, el rodaje de Rudo y cursi, con Diego Luna y Gael García Bernal.
Las palabras de Jorge Fons, director de cintas como Rojo amanecer y El callejón de los milagros, resultan ilustrativas de lo que es el cine mexicano de hoy. “Del cine viven todos, menos los directores”.
El cine mexicano de hoy también se limita por la falta de una política que realmente promueva, estimule e incentive una cultura cinematográfica en el país que permita entender la complejidad de que el séptimo arte es arte, pero también es un fenómeno comercial.
El cine mexicano de hoy se ha transformado radicalmente. Lejos quedaron los melodramas lacrimógenos que tocaron el corazón espectador de los años cincuenta y que encumbraron a figuras como Pedro Infante, Marga López, Blanca Estela Pavón, Dolores del Río, María Félix, entre otras. En otro tiempo quedaron ya las comedias rancheras y el cine de arrabal que tantas glorias le dieron a nuestra cinematografía.
El cine mexicano de hoy, el del siglo XXI, le apuesta a otros públicos y a otras temáticas. Volteó su mirada a la clase media y a la problemática urbana con historias más arriesgadas. El éxito de Sexo, pudor y lágrimas, La ley de Herodes y Todo el poder abrieron camino a otras propuestas que no cuajaron del todo, como Dame tu cuerpo o Corazón de melón, entre otras.
También hay que revisar lo sucedido con el cine de animación que comenzó como un boom hace unos cuantos años con filmes como Magos y gigantes e Imaginum, que fracasaron en taquilla, pero el año pasado encontró la respuesta del público con Una película de huevos.
Si bien el cine mexicano de hoy se ha olvidado de la provincia y contados son los filmes que se acercan a esta realidad, por el contrario la ciudad de México ha encontrado nuevos rostros y géneros, la mayoría de ellos con personajes sórdidos y marginales, y sobre todo donde la violencia y la corrupción son las protagonistas, como se ejemplifica en Ciudades oscuras, Fuera del cielo, Conejo en la luna o Cero y van cuatro
El cine mexicano de hoy no es el cine de películas como Babel, ni de Niños del hombre, aunque sí de El laberinto del fauno, al ser una coproducción de México y España, propuesta que libro su última batalla para conquistar el Oscar a lo mejor del cine en Hollywood.
Pero también si entendemos que no son cintas mexicanas, sí debemos reconocer que están hechas por mexicanos, y de eso sí podemos congratularnos y sobre todo de esta cofradía que han formado Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón, quienes se han impuesto con su talento y han logrado crear una impresionante expectativa jamás vista en una ceremonia del Oscar, porque soñar no cuesta, pero hacer buen cine sí.
Los vaivenes
Actualmente se dice que el cine mexicano se escucha y se ve bien, es decir ya se aprendió a hacer películas con una calidad técnica competitiva; también se habla de que a falta de recursos los directores de este país utilizan su imaginación para poder realizar sus películas; de igual forma se condena mucho la falta de rigor en las historias que se cuentan y muchas veces se pretende emular a las producciones de hollywoodenses, sobre todo las de tono de comedia.
Para nadie es una novedad que el cine es víctima de los vaivenes sexenales y de los caprichos de los funcionarios en turno, como sucedió hace 10 años cuando la producción fílmica alcanzó la ínfima cifra de 9 películas, lo que anunciaba la muerte inminente de la industria. Hoy la realidad es otra, por lo menos se puede hablar de un incremento sustantivo en la realización de filmes, pues sólo en 2006 se produjeron 65 largometrajes.
La producción nacional goza de buena salud y se vislumbra un futuro promisorio, sobre todo con la puesta en marcha del artículo 226 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, que permitirá a cualquier persona o empresa dar 10% de lo que pagaría por este concepto e invertirlo en la producción cinematográfica.
El 226 tendrá un techo financiero de 500 millones de pesos y con lo que se podría filmar al menos 60 cintas al año.
Por el contrario el grave conflicto que enfrenta la industria fílmica nacional es la distribución adecuada de los films, pues con base en un reporte del Instituto Mexicano Cinematografía, de 2001 a 2006 se produjeron alrededor de 220 películas, pero 30 de ellas no han conocido su estreno comercial en la cartelera, tal es el caso de las cintas El grito, de Gabriel Beristáin, o Condones.com, realizada por Mario Abraham Mancilla, entre otras.
Actualmente se tienen películas, pero muchas de ellas tardan por lo menos tres o cuatro años para su distribución comercial, como fue el caso de La virgen de la lujuria, de Arturo Ripstein. Una de las medidas que ha tomado el Imcine para combatir esta situación es hacerse cargo de la promoción y lanzamiento comercial de 15 cintas como El cielo dividido de Julián Hernández.
Otro problema complejo es el de la redistribución del peso en taquilla, pues hay que entender que por cada peso que se ingresa por boleto vendido, 14 centavos corresponden al productor, 50 para los exhibidores y el resto para los distribuidores.
Sin embargo, hay ejemplos importantes de cómo otras cinematografías son apoyadas por sus legislaciones, como es el caso de Argentina, en donde 10% de un boleto se destina a la producción, mientras en España la televisión otorga 5% de sus ingresos anuales para financiar nuevos proyectos fílmicos.
Hay que destacar que el cine mexicano ha recuperado a su público, pues de 2001 a 2006 se registraron 800 millones de espectadores, que acudieron a las salas cinematográficas, y de ese total 60 millones pagaron su boleto por ver una película mexicana.