sábado, 28 de abril de 2007

EL SILENCIO

EDITORIAL DEL AVE FÉNIX
El Silencio
31 de Julio de 2004
Por: Hugo Escoto García

Silencio…que están durmiendo…
los nardos… y las azucenas…
No quiero que sepan mis penas…
Por qué, si me ven llorando… moriré.

Hoy amanecí trágico… con esta canción de antaño en la cabeza; he pasado unos días solito en casa y me he rodeado de silencios…

¿A ustedes les gusta el silencio?

El silencio puede ser un amigo excepcional… pero también puede ser un enemigo mortal, porque te enfrenta con tu lado oscuro, tu cerebro comienza a trabajar a marchas forzadas y se desata en cualquier momento la loca de la casa (que es la conciencia) generando unos pensamientos profundos y por demás dramáticos…

En el silencio nacen los pensamientos más bellos, los recuerdos más hermosos y los proyectos más ambiciosos… pero también se despiertan los presagios más terribles, los miedos más angustiosos, y
las ideas más disparatadas.

El silencio es un estimulante poderoso… en mí genera un cúmulo de aspectos sumamente interesantes; por ejemplo la creatividad, no puedo explicar con palabras de donde nacen tantas ideas… algunas absolutamente delirantes, pero otras deliciosamente agradables.

Fue en el silencio donde nació “El Ave Fénix”, primero respondiendo a una inquietud personal de expresión… luego como una necesidad, un compromiso, un deber…

Ha sido en el silencio donde se ha fraguado mi historia personal… tan contrastante y a veces tan irreal… tan dramática y tan sui géneris…

Pero también el silencio ha sido mi cómplice… mi alcahuete… mi coartada, porque ha sido en medio del silencio donde ha surgido lo más oscuro de mi personalidad, lo más rastrero, lo más corriente, lo más bajo…

Hoy me he percatado que estoy enfermo de ruidos… y que me cuesta mucho trabajo recuperar mi tranquilidad anímica en el silencio…

A veces me da miedo estar conmigo mismo, porque me doy cuenta de la realidad de lo que soy y no me gusto…

Creo que tengo una naturaleza escandalosa porque necesito llenar de ruidos esos silencios acusadores… que me revelan con toda su crudeza todo lo que me falta por llegar a ser…

Me gustaría por ejemplo ser un mejor esposo… más tolerante y amable, más comprensivo y servicial… más amoroso y cariñoso.

Pero cuando me miro en el silencio me doy cuenta que soy intolerante y perfeccionista… estúpidamente egoísta…y tonto como el que más, porque tengo todo lo que necesito para ser feliz y me obstino en ser un necio…un bruto.

Me gustaría ser un mejor padre… y me doy cuenta en el silencio que he delegado en mi querida esposa responsabilidades que me correspondían por derecho y que no he sabido aceptar… le he dado mucho de mi propia riqueza a mi hija, pero creo que le pude haber dado más… mucho más.

Amo profundamente a estas dos criaturas que me han sido confiadas… más que a mí mismo si se puede… pero me cuesta mucho trabajo comunicarlo… hacerlo presente… real.

Me gustaría tener lo suficiente para solventar todas las necesidades económicas que padecemos… y mi triste realidad es que no he podido alcanzar esa tranquilidad anímica que proporciona el saber que llevas lo necesario a tu hogar…

El silencio me acusa… y me muestra una realidad que no me gusta.

Me gustaría ser un mejor maestro, un mejor hermano, un mejor amigo, un mejor compañero de trabajo, pero al paso del tiempo me doy cuenta que soy muy egoísta, que solo hablo de mí, y que, en realidad, me he preocupado muy poco por los demás.

Yo en este día de silencios en el que todos mis ruidos interiores claman justicia te pido a ti, lector maduro, que perdones mi miseria… y que me ayudes a ser mejor persona.

Y en estos momentos de angustia y de trágico misticismo una canción cantada por Mercedes Sosa que resuena en mi cabeza…

“Solo le pido a Dios…
que el dolor no me sea indiferente”…


Hasta aquí mis comentarios… y hasta aquí mis palabras sin reposo…











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